EL ARADO

"Jesús le respondió: Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios” Lucas 9:62

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Este pasaje bíblico no se refiere solamente a los Ex-Pastores o Ex-Obreros, pero sí a toda persona que un día se dispuso a trabajar en pro de la Obra de Dios, pero que en un momento determinado decidió parar de dar continuidad a la Obra de Jesus y dejando todo de un lado, se dedica a priorizar sus deseos de la carne, sus propias razones, busca invertir en su futuro, en sus objetivos personales, etc. Sin embargo, para que podamos analizar este texto Bíblico de una forma más profunda lo haremos a través de los detalles:
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El arado, es un instrumento de agricultura que sirve para preparar la tierra antes de sembrar las semillas. Era hecho con una rama de árbol en forma de un tenedor, atado a un yugo en una de las extremidades, y en la otra, por una pieza de hierro que refuerza externamente las ruedas de la carretilla de los bueyes. Este es halado por un yunta de vacas o bueyes, o por un par de burros, y guiados por las manos del agricultores.

Es decir, cuando el Señor Jesús cita este ejemplo, se imagina inmediatamente alguien arando la tierra y mirando hacia atrás, sin dejar el arado. A través de esta perspectiva, entendemos que este consejo está dirigido a los que ejercen un cargo en la Obra de Dios, pero lo hacen con desatención y desprecio a su importancia. Lo que vino a la memoria de Jesus en el momento, era el arado siendo halado por bueyes, pero guiados por hombres atentos (como se ve en la imagen) y centrados al punto de llegada, manteniendo la excavación siempre en linea continua, a fin de lanzar la semilla y mantener la plantación alineada.

Así, muchos continúan dentro de la obra, y a pesar de la sensación de bienestar y estabilidad espiritual, acaban acomodándose y relajándose en la fe, desviando su principal atención en la importancia de hacer la Obra de Dios con excelencia. Acaban dejando el trabajo de buscar  las almas perdidas, de luchar por la liberación y la conversión del pueblo. 

Muchos dejan el foco espiritual de lado y pasan a extrañar su pasado, deseos por lo prohibido y todas las ilusiones de este mundo tales como mujer u hombre, diversión, amistades, fama, dinero, etc. Recordándose de los pescados, pepinos, melones y cebollas que comían en Egipto, es decir, las pequeñeces  que el mundo les ofrecía antes que conocieran de Jesus, tal como lo hizo el pueblo de Israel en el desierto, despreciando las grandezas que el Señor de los Ejércitos les había prometido, al igual que los milagros que acontecieron durante su salida de Egipto.  

"¡Cómo echamos de menos el pescado que comíamos gratis en Egipto! ¡También comíamos pepinos y melones, y puerros, cebollas y ajos” Num. 11:5

Mientras tanto, su ministerio va perdiendo el valor. No demora mucho para que los que están a su alrededor noten el pésimo trabajo que efectúa y el desprecio por las cosas de Dios, mientras que él mismo piensa que esta todo bajo control, pero recuerde:

"¡Maldito el que sea negligente para realizar el trabajo del SEÑOR! ¡Maldito el que de la sangre retraiga su espada” Jer. 48:10

Dios lo Bendiga.