“Pero el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque se disciernen espiritualmente.”
1 Corintios 2:14
Esto significa que los hechos provenientes de la fe sobrenatural son locura para los que están inmersos en el mundo de los hechos de la fe natural. Las circunstancias del mundo natural dan origen a la fe natural y son alimentadas por la madre naturaleza. El sol y la lluvia producen un determinado clima capaz de hacer la semilla nacer y producir los frutos deseados. Eso es fe natural.
Las circunstancias del mundo espiritual son las que dan origen a la fe sobrenatural, son producidas y dirigidas por el Espíritu Santo. En este caso, el responsable del clima del milagro sobrenatural es el mismo Espíritu de Dios.
Es comprensible que las personas comunes no entiendan el espíritu de la fe sobrenatural, porque viven en un mundo de cosas naturales.
Sólo las personas inusuales, es decir, aquellas que SE SUJETAN a la Palabra de Dios y, por esta misma razón, tienen oídos para oír la voz del Espíritu Santo, pueden entender y discernir las cosas espirituales, incluso el poder de la fe sobrenatural.
Si usted quiere ver el poder sobrenatural de Dios en su vida, es necesario que su Fe también sea sobrenatural. Y para que eso suceda, es necesario estar lleno con el Espíritu de la Fe sobrenatural: el Espíritu Santo.
Es justamente por medio de la Fe sobrenatural que el Espíritu de Dios tiene su campo de acción, y para comprender las leyes que comandan el mundo espiritual, sólo con una fe sobrenatural, diferente de la fe natural.
La Fe natural es limitada a las CIRCUNSTANCIAS a su alrededor, pero la Fe sobrenatural no está limitado a nada porque ella solo depende de la Palabra que proviene de la boca de Dios, y no hay ningún límite para esta Palabra. Y es a través de esta Fe sobrenatural que viene del Espíritu Santo que usted va lograr mirar el sobrenatural suceder en su vida.
Todos estamos cercados por el mundo natural y por las circunstancias, pero cabe a cada uno desarrollar esta Fe sobrenatural dentro de sí, a través del ejercicio constante de la fe, ejecutando con coraje todo lo que sale del Altar de Dios.
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